TRABAJO LA DAMA DEL ALBA DE ALEJANDRO CASONA
LA DAMA DEL ALBA de Alejandro Casona
1. Comprensión lectora
1) ¿Por qué Martín tiene un carácter taciturno?
2) La madre de Angélica, ¿ha
olvidado a su hija o piensa que está muerta para siempre? ¿En qué
detalles lo percibimos?
3) ¿Qué solicita la peregrina al llegar a
la casa? ¿Se le concede?
4) ¿Quién comprende quién es y qué
intenciones tiene la peregrina?
5) Los niños juegan un papel importante en
el comportamiento de la peregrina: explica cómo.
5) ¿Qué importancia tiene el pañuelo de
Angélica aparecido en el remanso del molino?
6) ¿A quién y de qué salva Martín en una
noche de tormenta de nieve?
7) ¿Cuándo anuncia la peregrina al abuelo
que regresará? ¿Para qué? ¿Cómo reacciona el anciano?
8) La hoguera de San Juan es una
antigua tradición popular española: ¿qué papel juega, pensando en Martín y
Adela, asistir a su festejo?
9) ¿Por qué Martín desea emprender un
viaje a Castilla? ¿Cuál es su propósito oculto?
10) ¿Qué decisión final toma Angélica
respecto de la petición terrible de la dama del alba? ¿Qué consecuencias
tendrá?
2. Interpretación y pensamiento
analítico
1) La peregrina, atendiendo a
sus propias palabras ¿es mala? Razona.
2) ¿Cómo el abuelo llega a la conclusión
que la peregrina no es lo que parece? ¿Qué consecuencias tendrá en el
desarrollo del drama?
3) ¿Qué tipo de comportamiento muestra
Adela? ¿Es lógico? ¿Qué personalidad revela?
4) Analiza el papel de Telva, la
criada, en la pieza.
5) ¿Podemos decir que Martín es un hombre
valiente en todo momento? Argumenta.
6) La presencia de la muerte en la
literatura, ¿es común? Aporta ejemplos y una tentativa de explicación.
3. Comentario de texto específico
(Después, antes que Martín aparezca, se
desliza furtivamente por primera derecha. Martín baja. Llega
Adela). MARTÍN y ADELA
ADELA.—¿Me llamabas?
MARTÍN.—Yo no.
ADELA.—Qué extraño. Me pareció oír una
voz.
MARTÍN.—En tu busca iba. Tengo algo
que decirte.
ADELA.—Muy importante ha de
ser para que me busques. Hasta ahora siempre has huido de mí.
MARTÍN.—No soy hombre de muchas
palabras. Y lo que tengo que decirte esta noche cabe
en una sola. Adiós.
ADELA.—¿Adiós?… ¿Sales de viaje?
MARTÍN.—Mañana,
con los arrieros, a Castilla.
ADELA.—¡Tan lejos! ¿Lo saben los otros?
MARTÍN.—Todavía no. Tenía
que decírtelo a t ila primera.
ADELA.—Tú sabrás por qué. ¿Vas a
estar fuera mucho tiempo?
MARTÍN.—El que haga falta. No depende
de mí.
ADELA.—No te entiendo. Un viaje
largo no se decide así de repente y a escondidas,
como una fuga. ¿Qué tienes que hacer en Castilla?
MARTÍN.—Qué importa;
compraré ganados, o renuevos para las viñas. Lo único que necesito es
estar lejos. Es mejor para los dos.
ADELA.—¿Para los dos? ¿Es
decir, que soy yo la que te estorba?
MARTÍN.—Tú no; el pueblo entero.
Estamos viviendo bajo el mismo techo, y no quiero que
tu nombre ande de boca en boca.
ADELA.—¿Qué pueden decir de nosotros? Como
a un hermano te miré desde el primer día, y si algo hay sagrado
para mí es el recuerdo de Angélica. (Acercándose a él).
No, Martín, tú no eres un cobarde para huir así de
los perros que ladran. Tiene que haber algo más hondo. ¡Mírame
a los ojos! ¿Hay algo más?
MARTÍN (Esquivo).— ¡Déjame!…
ADELA.—Si no es más que
la malicia dela gente, yo les saldré al paso por los
dos. ¡Puedo gritarles en la cara que es mentira!
MARTÍN (Con arrebato repentino).—¿Y
de qué sirve que lo grites tú si no puedo gritarlo yo! Si te huyo cuando
estamos solos, si no me atrevo a hablarte ni a mirarte de frente, es
porque quisiera defenderme contra lo imposible…, ¡contra lo que ellos han
sabido antes que yo mismo! ¡De qué me vale morderme los brazos y retorcerme
entre las sábanas diciendo ¡no! si todas mis entrañas rebeldes
gritan que sí!
ADELA.—¡Martín!… (Adela tarda en reaccionar, como si despertara).
MARTÍN (Dominándose con esfuerzo).—No
hubiera querido decírtelo, pero ha sido más fuerte que yo. Perdona…
ADELA.—Perdonar… Qué extraño me suena eso
ahora. Yo soy la que tendría que pedir perdón, y no sé a quién ni por qué. ¿Qué
es lo que está pasando por mí? Debería echarme a llorar ¡y toda la
sangre me canta por las venas arriba! Me daba miedo que
algún día pudieras decirme esas palabras, ¡y ahora que te
las oigo, ya no quisiera escuchar ninguna más!…
MARTÍN (Tomándola en brazos).—Adela…
ADELA (Entregándose).—¡Ninguna
más!… (Martín la besa en un silencio violento. Pausa). MARTÍN.—¿Qué va
a ser de nosotros ahora?…
ADELA.—¡Qué importa ya! Me has dicho que
me quieres, y aunque sea imposible, el habértelo oído una sola vez vale toda
una vida. Ahora, si alguien tiene que marcharse de esta casa, seré yo
la que salga.
MARTÍN.—¡Eso no!
ADELA.—Es necesario. ¿Crees que
la Madre podría aceptar nunca otra cosa? Nuestro amor
sería para ella la peor traición al recuerdo de Angélica.
MARTÍN.—¿Y crees tú que
si Angélica fuera sólo un recuerdo tendría fuerza para
separarnos?¡Los muertos no mandan!
ADELA.—Ella sí. Su voluntad sigue viviendo
aquí, y yo seré la primera en obedecer.
MARTÍN (Resuelto).—Escúchame,
Adela. ¡No puedo más! Necesito compartir con alguien esta verdad que se me está
pudriendo dentro. Angélica no era esa imagen hermosa que soñáis. Todo ese
encanto que hoy la rodea con reflejos de agua, todo es un
recuerdo falso. ADELA.—¡No, calla!¿Cómo puedes hablar así de
una mujer a quien has querido?
MARTÍN.—Demasiado. Ojalá no la hubiese
querido tanto. ¡Pero a ti no te engañará! Tú tienes que
saber que toda su vida fue una mentira. Como lo fue
también su muerte.
ADELA.—¿Qué quieres decir?
MARTÍN.—¿No lo has
comprendido aún? Angélica vive. Por eso nos separa.
ADELA.—¡No es posible!… (Se deja caer en un asiento, repitiendo la idea sin
sentido). No es posible… (Con la frente
entre las manos escucha la narración de Martín).
MARTÍN.—Mientras fuimos novios, era
eso que todos recuerdan: una ternura fiel, una mirada
sin sombra y una risa feliz que penetraba desde lejos
como el olor de la yerba segada. Hasta que hizo el
viaje para encargar las galas de la boda. Con pocos días
hubiera bastado, pero tardó varias semanas. Cuando volvió no era la
misma; traía cobardes los ojos, y algo como la arena del
agua se le arrastraba en la voz. Al decir el juramento en la
iglesia apenas podía respirar; y al poner el anillo las manos le
temblaban… tanto, que mi orgullo de hombre se lo agradeció. Ni
siquiera me fijé en aquel desconocido que asistía a la
ceremonia desde lejos, sacudiéndose con la fusta
el polvo de las botas. Durante tres días tuvo
fiebre, y mientras me creía dormido la oía llorar
en silencio mordiendo la almohada. A la tercera noche, cuando la
vi salir hacia el río y corrí detrás, ya era tarde;
ella misma desató la barca y cruzó a la otra
orilla donde la esperaba aquel hombre con dos
caballos…
ADELA (Con ira celosa).—¿Y
los dejaste marchar así?¡Tú, el mejor jinete de la sierra,
llorando entre los juncos!
MARTÍN.—Toda
la noche galopé inútilmente, con la escopeta al hombro
y las espuelas chorreando sangre. Hasta que el sol
me pegó como una pedrada en los ojos.
ADELA.—¿Por qué callaste
al volver?
MARTÍN.—¿Podía hacer otra cosa? En el
primer momento ni siquiera lo pensé. Pero cuando encontraron su pañuelo en el
remanso y empezó a correr la voz de que se había ahogado, comprendí
que debía callar. Era lo mejor.
ADELA.—¿Lo hiciste pensando en la madre y
los hermanos?
MARTÍN.—No.
ADELA.—¿Por ti mismo? ¿Por
cubrir tu honra de hombre?
MARTÍN.—No, Adela, no me
juzgues tan pequeño; lo hice sólo por ella. Un amor no se pierde de
repente… y decir la verdad era como desnudarla delante del pueblo
entero. ¿Comprendes ahora por qué me voy? ¡Porque te quiero y no puedo
decírtelo honradamente! Tú podías ser para mí todo lo que ella no fue. ¡Y
no puedo resistir esta casa donde todos la bendicen, mientras yo tengo que
maldecirla dos veces: por el amor que entonces no me dio,
y por el que ahora me está quitando desde
lejos! Adiós, Adela.
Comprensión
lectora
1) Resume el texto (100 palabras) e indica
su tema en una oración bien elaborada.
2) Analiza los dos personajes, física y
psicológicamente y explica el tipo de relación que se da entre ellos.
3) Identifica y explica los recursos
estilísticos (diez mínimo), de modo que se aprecie cómo el autor poetiza la
situación y el lenguaje para que todo resulte más bello y dramático.
4) ¿Por qué Martín decide emprender un
largo viaje? ¿Lo hace, finalmente?
4. Interpretación
1) ¿Cambia mucho la relación entre
los personajes al principio y al final del diálogo? Aporta razones.
2) El qué dirán, el miedo a la opinión de
los demás, ¿cómo se nota su influencia en las personas?
3) Valora la actuación de Martín respecto
del ocultamiento de la verdad sobre la desaparición de Angélica.
4) ¿Cómo operan los sentimientos de la
Madre respecto de Angélica en los demás personajes? Razona.
5. Fomento de la creatividad
1. Crea un relato o cuento con el argumento de la
pieza dramática.
2. Busca imágenes de Besullo, donde
Alejandro Casona nació y se crio, realiza un cartel o presentación con
ayuda de las TIC y explica hasta qué punto influyó en el autor en la
composición de su obra.
FUENTE: https://leeryescribirblog.wordpress.com/2018/03/26/alejandro-casona-la-dama-del-alba-analisis-y-propuesta-didactica/
Tu vieeejaa como diria el zik zik
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